El Consorte del Cielo
No siempre los astros fueron bendecidos con la beldad con la que yerran actualmente entre los firmamentos más amados, pues se dice, que en las primeras edades, cuando el universo era joven, habían nacido con deformidades atroces y voces que fueron silenciadas por aquellos progenitores que les dieron a luz para perdón de sus pecados cometidos. Para ti, que apenas naces, esta es la historia que cobija una desusada verdad. La de los reyes que, desde la cima de todo, como feroces gobernantes, salvaguardan todo del febril quebranto y las glorias alucinadas. Así pues, ya que estás aquí ante la luminosidad del fuego de la vida, revelaré la leyenda sin muestras de ingratitud. Contempla este cielo. Por eras, en esas épocas que ya se han olvidado como se olvida un sueño de etérea juventud, los cielos de millares de dimensiones reposaban inertes y vacíos con sus propias preocupaciones de ser. Pues, a pesar de ser mansos y arraigados a la libertad eran estériles. Unas inhumanas razones dirían los